Biblioteca Popular José A. Guisasola



Extraído del suplemento Cultura de "La Nación", 7 de Julio de 1996.


Al corregir las pruebas de galera de un libro mio me sorprendí al advertir la grafía "sicológico", donde yo había puesto "psicológico". Porque aun cuando una editorial se haya jurado una determinada política lingüística, no puede imponérsela a los escritores, que generalmente tienen sus propias ideas sobre el idioma. No ya la dirección de una editorial sino tampoco la propia Real Academia de Madrid tiene derecho a hacerlo, pues al fin de cuentas las normas de ese cuerpo son la consagración de las modalidades impuestas por el pueblo y los escritores.

¿Qué argumentos se pueden oponer a la grafía psi? No, por supuesto, la fonética, ya que la gente culta generalmente la pronuncia así. Y en el caso de que no se la pronunciase, tampoco es un argumento, porque si fuéramos a caer en la locura de escribir las palabras tal como se pronuncian tendríamos que poner payasadas como sológico, asaña y rebolusión, al menos en Buenos Aires.

Por lo demás, que en ningún idioma hay correspondencia entre el lenguaje hablado y el escrito, puesto que el escrito está fijado por los textos y aquél va cambiando en el espacio y en el tiempo. En alguna parte y en alguna época se pronunciaba o pronuncia "bosque", pero hoy aquí en Buenos Aires decimos "bojque"; del mismo modo, supongo, que en algún tiempo en Francia se decía "mesme", para luego derivar hacia "mejme", y luego a "mehme", para terminar escribiéndose "meme" donde el acento circunflejo indica que allí hubo alguna vez una perecedera ese. Si el lenguaje escrito fuese alterado cada vez que el pueblo y las costumbres fonéticas cambian, sería cosa de no acabar, y una forma más demencial de dividir el territorio lingüístico en parcelas liliputienses: ya que habría que usar una forma para Buenos Aires, con sus "bojques" y "yubias", y otra para Santiago del Estero, con sus "bosques" y "iubias". Pero qué digo, habría que establecer una lengua para el Barrio Norte de Buenos Aires y otra para La Boca.

Todo idioma se aleja de lo escrito. Y algunos, como el inglés, que allí donde escriben Londres pronuncian Constantinopla. Esos investigadores que andan con grabadores han contado no menos de veinte formas de pronunciar la letra o, entre las cuales la más sorprendente es la que figura en la palabra women.

La lengua oral es tan voluble que a veces hasta imita a la escrita, lo que ya es el colmo de vuelta. Así, antes del Renacimiento se escribía y se pronunciaba "oscuro"; pero los eruditos de la época, por escrúpulo etimológico, apuntalaron la palabra con una b. Podría haberse mantenido muda, como corresponde a una momia o un fósil. Pero las enérgicas educadoras lograron que los chicos pronunciaran finalmente "obscuro". Lo que, por supuesto, y si se dejan de lado los golpes, nada tiene de dramático; hay que tomarlo ahora como una costumbre más y no hacer tanto escándalo. De modo que si a un escritor se le da la real gana de escribirlo sin b, hay que respetarlo. Y si no se lo respeta, hay que protestar. Que es exactamente lo que le pasó a Unamuno cuando un pedante corrector le puso en una de sus pruebas: "¡Ojo! ¡Obscuro!", corrigiendo lo que había escrito don Miguel. A lo que, tachando enérgicamente la insolencia, contestó, también al margen: "¡Oreja! ¡Oscuro!"



Del libro "Ensayos", publicado por Seix Barral, junto a las obras completas de Ernesto Sabato.


Contratapa: Ernesto Sabato dijo, hace cincuenta años, que sus ensayos eran "la reflexión inevitable de un hombre de nuestro tiempo" y que sólo pretendía que fueran leídos como "una suerte de autobiografía espiritual". Sin duda resulta hoy difícil deslindar al genial hombre de letras en que se convertiría Sabato de aquel humanista furioso y desencantado de la ciencia que tomó la palabra de denunciar los falsos progresos de la ciencia y la creciente preeminencia de la técnica sobre el hombre en la sociedad contemporánea. Este volumen agrupa el conjunto de su producción ensayística- Uno y el Universo (1945), Hombres y engranajes (1951), Heterodoxia (1953), El escritor y sus fantasmas (1964) Apologías y rechazos (1979), Entre la letra y la sangre (1989) - y recoge una veintena de textos dispersos, algunos de ellos inéditos y otros prácticamente inhallables para el lector. Obra moral, testimonio de una vida, sus páginas dejan en evidencia, una vez más, la firme coherencia de Sabato en el terreno de las ideas.

Fuentes consultadas:
http://www.literatura.org/Sabato/ESensayos.html
http://www.tematika.com/libros/humanidades--2/filosofia--2/general--1/ernesto_sabato___obra_completa_ensayos--244485.htm


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